Canto a la humildad de Cristo
San Francisco, enamorado del Amor pobre y menor: Jesucristo, escribió este canto exaltando la cotidiana humillación de Cristo que se abaja para elevarnos…
¡Tiemble el hombre entero, estremézcase el mundo entero y salte de gozo el cielo cuando Cristo, el Hijo de Dios vivo se encuentra en el altar en manos del sacerdote!
¡Oh admirable celsitud y asombrosa condescendencia! ¡Oh sublime humildad, que el Señor del universo, Dios e Hijo de Dios, se humilla hasta el punto de esconderse, para nuestra salvación, bajo una pequeña forma de pan!
Mirad hermanos la humildad de Dios y derramad ante él vuestros corazones y humillaos también vosotros, para ser enaltecidos por él.
Nada, pues, de vosotros retengáis para vosotros mismos, para que entero os reciba el que entero se os entrega”.
(Carta a toda la Orden, 26-29)