¡Lo verdaderamente valioso!
“Él es la piedra viva; acercándoos a Él también vosotros, como piedras vivas entráis en la construcción de un templo espiritual” (1P 2, 4-5)
Hemos abierto las puertas de nuestra casa, como bien sabéis y repetidas veces os hemos dicho, con motivo del V centenario de la fundación de nuestro monasterio, principalmente para ver los museos, los claustros de la planta baja y el patio central. Durante las primeras visitas, nos habéis alagado por el patrimonio artístico, por la belleza y el silencio de lo que tenéis a la vista e incluso, por la limpieza. ¡Y os agradecemos tan animadas palabras y mensajes! Pero estos muros están aún en pie y tan conservados porque lo custodian piedras vivas que a su vez, guardan otro Tesoro, el Único y auténticamente valioso: el don de Jesús que se visibiliza en una vocación y misión en la Iglesia que cada una de las mujeres que vivimos aquí, ha recibido y abrazado para restituir, adorar, bendecir, agradecer e interceder en fraternidad y pobreza, ante el Omnipotente y Sumo Bien, el Padre de las misericordias que nos ha llamado a permanecer a Sus Pies en oración. ¡Y esto nos es posible por medio de Jesucristo, nuestro Tesoro incomparable, la verdadera Belleza y nuestra única riqueza a satisfacción!
Sin el don de la llamada del Señor y de la respuesta de las hermanas a lo largo de los siglos, este monasterio, como muchos otros, posiblemente ya no existiría, por lo menos para los mismos fines para los cuales fue pensado y construido desde sus inicios: ¡para la vida contemplativa franciscana! Nuestra existencia no quiere ser más que perfume derramado para Él, incienso que se quema ante el altar, vidas entregadas, donadas a la oración por el bien de la humanidad y muy especialmente, por los habitantes de la ciudad de Badajoz.
¡Rezad por nosotras y nuestra fidelidad al carisma y vocación recibidas! ¡Rezad con nosotras por el don de nuevas vocaciones para continuar conservando y prolongando tanto patrimonio, especialmente el espiritual!